Orlando García
Sola Scriptura, este lema que tuvo su origen en la Reforma Protestante del siglo XVI,
establece que solo las Sagradas Escrituras, contenidas en el Antiguo y Nuevo
Testamento, son la única autoridad y norma de fe para la Iglesia de Jesucristo.
Al establecer este principio, los reformadores rechazaron la autoridad
del Papa, las tradiciones y el magisterio de la Iglesia como norma de Fe para la misma. El propósito al establecer este principio era rescatar
a la Iglesia del estado de corrupción doctrinal y moral en que estaba sumido el
cristianismo de esa época, y recuperar
para la iglesia la pureza doctrinal que emana de la Santa Palabra de Dios.
Sola Scriptura, al igual que los
otros lemas: Sola Fide, Sola Gratia, Solus
Christus y Soli
Deo Gloria, conocidos en
conjunto como las Cinco Solas de la Reforma Protestante del siglo xvI, fueron
fundamentales para marcar el rumbo que debía seguir la Iglesia del Señor y para
mantener su identidad como la Iglesia de Señor Jesucristo, la cual Él limpió
con su sangre preciosa derramada en la Cruz del Calvario
Es de sobra conocido que no en todo el cristianismo se siguieron los postulados de la Reforma
Protestante; y peor aún,
hoy en día es algo que la mayoría del pueblo cristiano ignora y otros desechan
como algo que fue bueno para esa época,
pero que ahora ha perdido urgencia.
Hoy en día, son muchos los que hablan de “un nuevo mover del Espíritu Santo”, y nuevos “ungidos” se han levantado
como salvadores del pueblo de Dios. Estos nuevos líderes reclaman ser
portadores de nuevas revelaciones y dicen
tener una autoridad casi igual que los
verdaderos Apóstoles nombrados
por el Señor Jesús.
Lo más grave de todo esto es que al parecer la Iglesia se siente cómoda con este tipo de liderazgo; algunos hasta
presumen de tener la “cobertura espiritual” de determinado apóstol, lo cual les da un cierto sentido
de seguridad. Esta situación es tan incomprensible que
algunos llegan a obtener esos ostentosos cargos luego de pagar altas sumas
de dinero.
Al mencionar todas estas cosas, lo hago con mucho dolor en el corazón y
con la esperanza de que sirva para reflexión con respecto al momento que
estamos viviendo como pueblo de Dios.
1. SOLA
ESCRITURA: SU IMPORTANCIA PARA LA IGLESIA DE
HOY.
La importancia del concepto de Sola Escritura sigue siendo tan
fundamental como lo fue en aquella época, para que la Iglesia se mantenga
caminando en la verdad; y no solo eso, sino que la vida y el andar de los
creyentes correspondan
con el llamamiento que nos ha hecho el Señor.
“Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para
que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis
firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio”
(Filipenses 1:27).
Cuando vemos la condición en que se encuentra gran parte del cristianismo
actual, nos damos cuenta que el problema es más grande de lo que muchos creen.
Solo basta con oír y mirar lo que se ofrece en los programas de emisoras
de radio y televisoras “cristianas” para darnos cuenta de
que lo que se ve y oye a través de esos medios refleja, en gran medida, la
condición de una gran parte del cristianismo de hoy: hermanos “pactando con Dios”, decretando, sembrando semillas de fe (entiéndase dinero), reclamando, arrebatando bendiciones, y más.
Todo esto
alejado de lo que es y debe ser el testimonio
y vida de la Iglesia, la cual, como dicen las Sagradas Escrituras, es “Columna
y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15b).
Al desechar la Sola Escritura
como única norma de fe y conducta para
la Iglesia, esta
queda expuesta a casi
cualquier ocurrencia de cualquier pastor o líder,
o peor aún, de los falsos apóstoles, profetas o predicadores. Para
ellos, esta situación representa una oportunidad de enriquecerse manipulando a las personas, valiéndose de la misma
Biblia, la cual malinterpretan a su antojo.
2. SOLA ESCRITURA Y LOS PASTORES
Los pastores somos
llamados a defender el rebaño, la iglesia del Señor:
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar
la iglesia del Señor,
la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de
mi partida entrarán en medio de vosotros lobos
rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20:28, 29).
En el texto anterior, el
Apóstol Pablo responsabiliza a los
pastores y ancianos de la Iglesia en Éfeso para que salgan en defensa de la Iglesia
del Señor.
La Sola Escritura, la Palabra de Dios, es el arma más
poderosa que Dios ha dado a los pastores para defender a la Iglesia.
El problema es que muchos pastores ni siquiera
saben lo que significa el hecho de que solo la Escritura sea la norma de fe y
autoridad para la vida de la Iglesia. Otros lo rechazan deliberadamente,
viéndolo como una amenaza que echaría por tierra muchas de las prácticas de sus
iglesias; prácticas a las cuales no están dispuestos a renunciar, ya sea por temor o porque se sienten muy cómodos con
lo que tienen.
Al aferrarnos a la Sola Escritura, tenemos que saber que eso es como ir
contra la corriente del momento, especialmente
en esta época
donde la psicología humanista y el relativismo se han entronizado en los púlpitos
de las Iglesias, y donde además muchos ponen en tela de duda la inspiración
divina, la inerrancia y la suficiencia de las Escrituras.
Todo esto es producto del liberalismo
que ha invadido a las iglesias.
Debemos ser valientes al defender a la Iglesia del Señor; no se trata
solo de las congregaciones en las que
por la gracia del
Señor hemos sido
colocados como sus siervos,
sino que nos debe preocupar la totalidad de la Iglesia. El único Dueño de las ovejas es el Señor, Él es el gran Pastor de
las ovejas. Él nos va a pedir
cuentas en aquel
día cuando Él vuelva por sus
Pueblo. Los falsos profetas tienen que ser desenmascarados.
La Sola Escritura es
fundamental para que la
Iglesia recupere su identidad. La sana
enseñanza trae discernimiento a la Iglesia y la capacita para servir al Señor.
¡Que el Señor bendiga a su Iglesia!
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