jueves, 11 de marzo de 2021

Observando el Bautismo como un Medio de Gracia por Matt Ryman (CLIR)



Observando el Bautismo como un Medio de Gracia
Matt Ryman

Tomate un momento para recordar la última vez que observaste un Bautismo. Probablemente fue durante un servicio de adoración. El pastor seguramente tomó tiempo para recordarle a la congregación lo que es el Bautismo y lo que representa. Una vez administrado el sacramento, la congregación puede haber respondido con aplausos. Fue un momento especial para el bautizado y para su familia. Pero si eres un creyente, también debía ser especial para ti. 
        Los cristianos creen que el Bautismo es un medio de gracia para quien está siendo bautizado. De lo que algunos no se dan cuenta es que el Bautismo es también un medio de gracia para los creyentes que observan el Bautismo de otros. El Catecismo Mayor de Westminster dice que observar el Bautismo de otros nos da la oportunidad de practicar “el deber muy indispensable (pero muy olvidado) de aprovechar nuestro Bautismo” (P y R 167). Aprovechamos nuestro Bautismo tratando de experimentar su significado de maneras más profundas y poderosas y viviendo sus implicaciones. Si bien podemos pensar en el significado del Bautismo en cualquier momento, podemos hacerlo de una manera única cuando observamos un Bautismo. 
        Es importante recordar ciertas cosas sobre los sacramentos: El Bautismo y la Santa Cena son los dos únicos sacramentos que Jesús instituyó para la Iglesia; ambos son medios de gracia; ambos implican señales sensibles (cosas que podemos ver, tocar, probar, etc.); y, para ambos sacramentos, es imperativo hacer una distinción clara entre las señales y las cosas señaladas. 
        En la Santa Cena, por ejemplo, el pan y el vino son las señales, y el cuerpo quebrantado y la sangre derramada de Cristo son las cosas señaladas. A medida que consumimos los elementos físicamente, nos alimentamos de Cristo espiritualmente. Nuestros corazones y mentes no se centran en las señales, sino en lo que señalan: La muerte sacrificial de Cristo por nosotros. Al meditar sobre lo que Cristo ha hecho por nosotros en la cruz, experimentamos “sustento espiritual y crecimiento en gracia” (CMW, 168). Y aunque no hay nada mágico en ellas, las señales, al involucrar nuestros sentidos, desempeñan un papel importante en nuestra experiencia. De hecho, creo que es importante que la congregación vea al pastor partir el pan cuando administra la Santa Cena. Pero volvamos a ver cómo observar un Bautismo es un medio de gracia para los creyentes. 
        Al igual que con la Santa Cena, hacemos una distinción entre la señal y la cosa señalada en el Bautismo. Históricamente, los cristianos han reconocido que varias cosas son representadas en el Bautismo: la unión con Cristo, el perdón de los pecados, la regeneración, la adopción, la nueva vida y la resurrección. Pero ¿cuál es la señal? La mayoría diría que el agua, y yo estaría de acuerdo. Pero sugeriría que hay más que eso. 
        El Catecismo Mayor de Westminster describe la administración del Bautismo de esta manera: “el lavamiento con agua, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (P y R 165). En la Palestina del primer siglo, bautizar algo era lavarlo (ver Marcos 7:4). Podríamos decir que la señal no es solo agua, sino lavar con agua. Esto significa que, independientemente de qué modo de administración creamos apropiado, cuando observamos un Bautismo, vemos a alguien siendo lavado por otra persona. Piensa en eso. 
        Recuerda que Juan el Bautista dijo: “Yo os bauticé con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo” (Marcos 1:8). Esta es la razón por la que observar un Bautismo es un medio de gracia para el creyente. Ver cómo el pastor lava la suciedad de una persona con agua sirve como una imagen de Jesús lavando y quitando nuestro pecado con el Espíritu Santo. Y nuestra fe es la prueba de que Jesús ha lavado verdadera y permanentemente nuestro pecado. Pero eso no es todo. 
        Cuando observamos un Bautismo, también debemos recordar el Bautismo de Jesús. Imagina la escena. Jesús vino a ser bautizado en el río Jordán. Juan el Bautista exclamó: “Yo necesito ser [bautizado] por ti, ¿y tú vienes a mí? Y respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora; porque es conveniente que cumplamos así toda justicia. Entonces Juan se lo permitió” (Mt. 3:14–15). ¿Qué estaba pasando? Jesús inauguró su ministerio siendo bautizado. Al hacerlo, se identificó con los pecadores que necesitaban desesperadamente que sus pecados fueran lavados. El evangelio de Marcos nos dice que Jesús fue bautizado después de que “toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén” fuera bautizada por Juan (Marcos 1:5). Sinclair Ferguson captura maravillosamente la importancia del momento. Él escribe: “Aquí ya [ Jesús] indica cómo se convertirá en nuestro Salvador: al estar en el río en cuyas aguas los judíos penitentes habían lavado simbólicamente sus pecados, y permitiendo que esa agua, contaminada por esos pecados, fuera derramada sobre su ser perfecto”. Por lo tanto, un Bautismo no solo sirve como una imagen de Jesús lavando nuestro pecado, sino también como una imagen de cuando Él tomó nuestro pecado sobre sí mismo. E incluso proporciona una imagen de la cruz. Recuerda que Jesús se refirió a su muerte en la cruz como un bautismo (Marcos 10:38; Lucas 12:50). En la cruz, Dios derramó su ira por nuestro pecado sobre Jesús, en lugar de nosotros. A través de un sufrimiento inimaginable, nuestro pecado fue lavado, y ahora está tan lejos de nosotros como el oriente del occidente (Sal. 103:12). 
        Cuando tengas la oportunidad de observar un Bautismo, mira estas cosas a través de la fe. Cree que Jesús ha lavado tu pecado. Cree que Él tomó tu pecado sobre sí mismo. Y cree que tu pecado fue lavado en la cruz y se ha ido para siempre. Pocas cosas preparan nuestros corazones de forma tan poderosa para la adoración.

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- Matt comenzó a trabajar en la UPC como pasante del Ministerio Juvenil a medio tiempo en el 2006. Tras obtener su M.Div del Seminario Teológico Reformado (Orlando) en el 2009, recibió su llamado a Pastor Asistente de Juventud y Familias. En el 2011, recibió el llamado a Pastor Asociado, y en el 2013 fue ordenado como Pastor Principal de la UPC. Matt se preocupa profundamente por presentar el Evangelio “a nuestros vecinos y a las naciones”. Si Dios quiere, completará su D.Min (en RTS) en el 2020. Matt está casado con Hana y tienen cuatro hijos.
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- Boletín Teológico Clir, Reforma Siglo XXI, Volumen 22, N°1, abril 2020; "Pandemia", pág. 68-72

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