domingo, 7 de marzo de 2021

Covid-19 y “La Guerra” Guillermo Green (CLIR)


Covid-19 y “La Guerra”
Guillermo Green

La pandemia del covid-19 ha provocado varias escaramuzas sociales en los diferentes países. Los sectores empresariales han luchado con las medidas de cierre que los gobiernos han aplicado. Las escuelas (especialmente las privadas) están luchando actualmente con las medidas impuestas por los Ministerios de Salud. Gobiernos municipales luchan contra gobiernos federales porque se ven con menos ingresos debido a los cierres. Y así sucesivamente, se está provocando roces y fricción entre un sector y otro.
          
          Sin embargo, hay una guerra invisible que es una de las peores que la crisis del Covid saca a la luz. Hemos escrito anteriormente (véanse entradas en el blog de Reforma Siglo xxi) que la pandemia sacaría a la luz nuestras debilidades sociales, políticas, económicas y religiosas. Así son las pruebas en la vida. Las llamamos “pruebas” precisamente porque prueban si estamos bien o no, y muestran dónde están las fallas. Todo cristiano da gracias a Dios por las pruebas, porque Dios las usa para mejorarnos y acercar nuestras vidas y familias más a Él y a su gloria. Sugiero que esta pandemia está sacando a la luz una verdadera guerra: la guerra familiar.
           
          Dejaré el asunto de relaciones matrimoniales para otro momento, aunque sin duda el COVID-19 ha probado esas relaciones también. Aquí urge tocar la guerra que todo padre cristiano tiene por la mente y el corazón de su hijo. Escuché hace poco un predicador decir: “El mundo quiere el corazón de su hijo, y juega para ganar, no para perder”. ¡Palabras ciertas! Debemos meditar en varios puntos.
          
          1) Muchos padres piensan que sus hijos son “sus hijos”. Este es el error número uno. Oigamos lo que dijo Dios por medio del profeta Ezequiel, denunciando la actitud de los padres israelitas:

…Además de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí, y los sacrificaste a ellas para que fuesen consumidos. ¿Eran poca cosa tus fornicaciones, para que degollases también a mis hijos y los ofrecieras a aquellas imágenes como ofrenda que el fuego consumía? (Ezeq. 16:20-21 RVR60)

          En este pasaje encontramos a Dios sumamente airado por el descuido imperdonable de entregar a los hijos a dioses falsos. Probablemente, aquí se refiera a la horrible religión de Moloc, en la cual se colocaban infantes recién nacidos en la boca de un ídolo de metal calentado con fuego, y básicamente se incineraba a los bebés, todo en nombre de una “piadosa ofrenda” al dios de ellos.

          Quiero que notemos lo grave del asunto. Dios señala no solo el escándalo de sacrificar vivos a los bebés. Dios dice que eran sus hijos. ¡Estaban sacrificando lo que ni siquiera les pertenecía! Y esto Dios lo había dejado claro al comienzo de su nación (véase Deuteronomio 6). Los hijos de los israelitas pertenecían a Dios, Dios los daba, los prestaba, para que el padre creyente los preparara y los entrenará en sus mandamientos, para que como adultos le sirvieran. Descuidar su preparación era sumamente grave. ¡Tomarlos y entregarlos a un dios falso era imperdonable! Y pagaron con la destrucción de su vida, su ciudad y su templo. Recuerde que Ezequiel escribe desde Babilonia —Nabucodonosor ya había destruido todo lo que tenía el pueblo de Israel—.

          Los hijos de los cristianos no son “sus hijos”. Pertenecen a Dios de una manera muy especial. Por esa razón, Dios los sella con el Bautismo, los reclama para sí y encarga a los padres bajo voto solemne “criarlos en la disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). Aún si solo uno de los padres es cristiano, Pablo afirma que sus hijos son apartados, son “santos”, están bajo las obligaciones del pacto (1 Corintios 7:14). Los padres cristianos darán cuenta al Dios de pacto por los hijos que Él les encomendó. El propósito de Dios al entregarlos en el seno de un hogar cristiano es que sean preparados para servir en su reino un día. Uno de los desastres más grandes y tristes es la poca importancia que los padres cristianos dan a su responsabilidad con sus hijos ante Dios.

          2) Hablemos de una verdadera guerra. A lo largo de toda la historia, la verdadera “guerra espiritual” ha sido por los hijos que Dios entrega en el seno del hogar cristiano. Es difícil encontrar cifras exactas, pero todo apunta a que muchos hijos de padres cristianos están abandonando la Iglesia al salir de la casa. A menudo, los padres no dan la importancia debida a la voluntad de Dios de que preparen soldados cristianos. Hay un pasaje poco recordado, pero impresionante en el libro de los jueces que aquí citamos. Fíjese que Dios dice que iba a probar a su pueblo duramente para que los hijos “aprendieran la guerra”.

Las siguientes naciones son las que el SEÑOR dejó a salvo para poner a prueba a todos los israelitas que no habían participado en ninguna de las guerras de Canaán. Lo hizo solamente para que los descendientes de los israelitas, que no habían tenido experiencia en el campo de batalla, aprendieran a combatir. Quedaron los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, y los sidonios y heveos que vivían en los montes del Líbano, desde el monte de Baal Hermón hasta Lebó Jamat ( Jueces 3:1-3 NVI).

          En el caso citado, la guerra que debían aprender era una guerra de combatir enemigos con espada y lanza, una guerra física con sangre y muertes físicas de familiares. Sin embargo, sabemos que el resto del testimonio bíblico (del AT y NT) habla de lucha, combate y peligros espirituales también. A menudo se juntaba el peligro físico con la lucha espiritual, como por ejemplo en el caso de Daniel cuando fue arrojado a los leones. En última instancia, la lucha espiritual es más importante y más peligrosa que la física. Perder esa guerra es perderlo todo. Pedro les recuerda a sus lectores: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8; RV60). Pablo exhorta a ponernos toda la armadura de Dios “para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firme” (Efesios 6:13ss).

          Dios dejó enemigos en la tierra de Palestina específicamente para que los israelitas enseñaran la guerra a sus hijos. Esto no sucedió, los padres fallaron, y conocemos la historia desastrosa del tiempo de los jueces. Dios tuvo que levantar a un rey, David, para vencer a los enemigos y así traer la paz prometida de Dios. Pero no aprendieron la lección, y luego los padres israelitas dejaron de instruir a sus hijos en el pacto de su Dios y los entregaban a los dioses falsos de las naciones impías. Todo el Salmo 78 se dedica a relatar los tristes resultados de cuando los padres no pasan fielmente el pacto de Dios a la siguiente generación.

          ¿Cuántos padres hoy por descuido, pereza y desobediencia están entregando sus hijos a los dioses falsos del egoísmo, placer, drogas, sexo ilícito, consumismo u otro? ¿Cuántos padres están más entretenidos con sus teléfonos, ‘chateando’ con amigos mientras sus hijos no están aprendiendo la guerra, y por lo tanto serán devorados pronto? ¿Cuántos hijos aprendieron de sus padres que “vivir una vida virtual falsa (en el internet)” es más divertido que tener que pensar en matar canaanitas (en sentido figurado)? El nivel de descuido espiritual que está sucediendo en la Iglesia es igual o peor que cuando los israelitas asaban a sus hijos en la boca de Moloc. Solamente que es un ‘asado lento’ y por eso nadie se queja.

          El COVID-19 viene a poner a prueba cómo es la vida en el hogar. Tener a los hijos en la casa muchas horas más habría sido una gran oportunidad para avanzar en su entrenamiento para la guerra. Mi pregunta para usted, querido padre cristiano, es esta: ¿Cuánto ha avanzado en adiestrar a su hijo para la vida futura? ¿Cuánto más ha aprendido de las Escrituras? ¿Cuánto ha podido conversar sobre los peligros intelectuales y espirituales del Internet?

          Hoy la Iglesia cristiana languidece en demasiada apatía, a pesar de las pruebas que Dios provee para nuestra mejoría. Si no hay cambios drásticos y rápidos, lo único que nos podrá esperar es una opresión de los madianitas, o peor aún, un exilio drástico bajo Nabucodonosor. Hoy es el momento de arrodillarnos ante el Señor en arrepentimiento, y levantarnos a cumplir con nuestra vocación. Entrenar soldados no es tarea ni fácil ni rápida, pero dará excelente fruto para el reino de Dios. Padre cristiano, ¡a la lucha que sí vale la pena! Dele gracias a Dios por el COVID-19, porque viene a sacar a la luz posibles debilidades en nuestros hogares.


______________________________________
- Guillermo Green y su esposa, Aletha, han sido misioneros en Costa Rica desde 1985. Ha trabajado en la plantación de iglesias y ha sido pastor de la Iglesia Presbiteriana y Reformada Pacto de Gracia durante 13 años. Es autor de varios libros y artículos, conferencista y profesor. Actualmente es el Secretario Ejecutivo de la Confraternidad Latinoamericana de Iglesias Reformadas.
______________________________________
- Boletín Teológico Clir, Reforma Siglo XXI, Volumen 22, N°2, octubre 2020; "Pandemia", pág. 28-33

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracia Irresistible por John Murray (CLIR)

  Gracia Irresistible John Murray   En referencia a todos los aspectos desde donde la gracia  salvadora de Dios se puede ver, siempre de...