El Evangelio Para Ti
Ray Ortlund
Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16
La doctrina
del evangelio crea una cultura del evangelio. La doctrina de la gracia crea una
cultura de gracia.
Cuando la doctrina es clara y la cultura es hermosa, esa iglesia será
poderosa. Pero no existen atajos para lograr esto. Sin la doctrina, la cultura
será débil. Sin la cultura, la doctrina parecerá no tener sentido.
La doctrina del evangelio acompañada de una cultura del evangelio, es profética. Francis Schaeffer escribió lo siguiente:
Uno no
puede explicar la dinamita explosiva, el dunamis, de la Iglesia primitiva
aparte del hecho de que practicaban dos cosas simultáneamente: ortodoxia en
doctrina y ortodoxia en comunidad, en medio de la iglesia visible, una
comunidad que el mundo podía ver. Por tanto, por la gracia de Dios, la iglesia debe
ser conocida simultáneamente por su pureza de doctrina y por la realidad de su
comunidad. Nuestras iglesias muy a menudo han sido solamente puntos de
predicación, con muy poco énfasis en la comunidad, pero la exhibición del amor
de Dios en la práctica es algo hermoso y debe estar ahí. (1)
Las palabras «por la gracia de Dios», mencionadas por Schaeffer, son
cruciales. Necesitamos esa fuerza que está más allá de nosotros, porque es
difícil mantenerse firmes en la doctrina del evangelio. Pero es aun más difícil
crear una cultura del evangelio, una que sea tan humana y atractiva que la
gente quiera ser parte de ella. Schaeffer también escribió: «Si la iglesia es
lo que debería ser, los jóvenes estarán ahí. Pero no solamente ‘estarán ahí’,
sino que estarán haciendo sonar fuerte los cuernos y los címbalos, y vendrán
danzando con flores en su cabello». (2)
Aceptamos que la verdad de la doctrina bíblica es esencial para un cristianismo
auténtico, pero ¿aceptamos que la belleza en las relaciones humanas es
igualmente esencial? Si por la gracia de Dios mantenemos las dos cosas juntas
—la doctrina y la cultura del evangelio— es más probable que personas de todas
las edades vengan a nuestras iglesias con gran ánimo. Es más probable que
piensen, «Aquí está la respuesta que he estado buscando toda mi vida».
¿Doctrina o
Cultura?
Todos
tendemos a inclinarnos a un lado o hacia el otro; a enfatizar la doctrina o la
cultura. Algunos nos inclinamos naturalmente hacia la verdad, los estándares y
las definiciones. Otros nos inclinamos a los sentimientos, al entorno y las
relaciones. Iglesias enteras, también, pueden enfatizar una cosa o la otra.
Si dependiera de nosotros, estaríamos parcialmente equivocados, pero no seríamos conscientes de esta equivocación, porque estaríamos parcialmente en lo correcto. Pero solo en parte. La verdad sin gracia es dura y desagradable. La gracia sin verdad es sentimentalismo y cobardía. El Cristo que vive está lleno de gracia y verdad (Jn. 1:14). Por tanto, no podemos representarlo dentro de los límites de nuestras propias personalidades y trasfondos. Mientras dependamos de él en cada momento, tanto personalmente como colectivamente, nos dará sabiduría. Nos moldeará y hará que nuestras iglesias sean más como él, para que podamos glorificarle con más claridad que nunca.
Estas ecuaciones me ayudan a definir el tema de una forma más simple:
Doctrina
del evangelio – cultura del evangelio = hipocresía
Cultura del
evangelio – doctrina del evangelio = fragilidad
Doctrina
del evangelio + cultura del evangelio = poder
Solamente la poderosa presencia del Señor resucitado puede hacer que una
iglesia esté centrada en el evangelio.
Hace varios años, la autora Anne Rice dijo, «Los cristianos han perdido
credibilidad en América como personas que saben amar». (3) Puede
haber muchas razones para esta evaluación negativa, aunque no todas sean
convincentes. Pero no puedo desechar su comentario. Tampoco es que el problema
remarcado tenga baja prioridad en la Biblia, algo que podríamos analizar algún
día. De hecho, pocas cosas son más urgentes para nosotros que recuperar la
credibilidad como personas que sabemos amar, por la causa de Jesús, para que su
glorioso evangelio esté inequívocamente claro en nuestras iglesias.
Las personas le verán en nosotros cuando edifiquemos nuestras iglesias en
culturas del evangelio con los recursos de la doctrina del evangelio, sin tomar
atajos.
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1 Francis A. Schaeffer, The Church Before the Watching World (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1971), 62.
2 Francis A. Schaeffer, The Church at the End of the Twentieth Century (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1970), 107.
3 “Q & A: Anne Rice on Following Christ without Christianity,” christianitytoday.com. Publicado el 17 de agosto de 2010.
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Ray Ortlund, El Evangelio (2016), pág. 25-28,
9Marks. -
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